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Crema de noche.


Las heridas que tenia en todo el cuerpo ya no dolían, tan solo sentía ardor y miedo. Corrí lo más rápido que pude, tenia que alejarme de ese terrible lugar. Cuando llegué con los sacerdotes no querían escucharme, seguramente me pensaban loca. Casi desnuda y maltratada me tuvieron parada en el frío, solo me limpiaron la cara y me dieron a beber un caldo verde cuando un señor de gorro alto y ropas finas vino a hacerme preguntas. Le conté como me subieron a la fuerza en un carruaje negro, como me llevaron a ese castillo húmedo con olor a carne vieja. Le dije que la señora de aquel lugar que era bella y distinguida, les había dicho a sus sirvientes que me desnudaran. Me llevaron a una mazmorra hedionda, oscura, donde podía escuchar el llanto de otras doncellas que pedían auxilio. Luego de unas horas dos mujeres vinieron por mi, me subieron al piso principal entre susurros que no pude comprender. Me metieron en una jaula redonda, pequeña, que colgaba del techo, con navajas por todas partes. No podía sujetarme de ella, ni pararme, ni sentarme. Cuando dejaron de susurrar comenzaron a columpiar la jaula, yo aunque buscaba como detenerme, chocaba con las navajas y me cortaba, las dos mujeres juntaban mi sangre en copas de plata. Así me tuvieron dos noches seguidas. Cuando me regresaron a la mazmorra no podía caminar bien, me dolían mucho el cuerpo y la cabeza, me dejaron tirada en una esquina sobre el heno. Las mujeres comenzaron a revisar a las demás doncellas encadenadas a los muros, aproveché para meterme entre las rejillas del desagüe y corrí como pude hasta aquí.

La sirvienta de la hermosa señora que vivía en aquel castillo la peinaba un día, cuando por accidente le dio un tirón; ésta estallando en cólera le dio una bofetada tan fuerte que le hizo brotar sangre de la nariz. La noble señora al verse salpicada por la sangre de la sirvienta, notó que la piel de su mano lucia mas tersa, brillante y lozana.
30 Abril, 2010
Lilymeth Mena.
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Sangría doble, sin hielo.


Solía decirme durante las terapias que necesitaba beber sangre nueva, por que la suya se estaba pudriendo. Yo lo mas que podía hacer era enviarle tratamientos cada vez mas fuertes adecuándome a su comportamiento psicótico y su paranoia progresiva. Lo más frustrante de mi trato con él, era saber que aun no teniendo cura el estado me haría darlo de alta en cuanto estuviera más o menos estable. Así funciona el sistema, metemos enfermos a tratamiento y en cuanto pintan medianamente bien los liberamos. Les damos medicamento y les explicamos que deben venir en un mes por terapia y su dosis para el mes siguiente. La mayoría no vuelve, suelen vivir solos o aislados, cuando mucho a los dos, tres días, abandonan la medicación y vuelven a las andanzas.

No es extraño que venga algún oficial trayéndome a uno de mis pacientes frecuentes, diciéndome que le encontraron vagabundeando, golpeado en algún callejón o por que ha recaído en algún crimen. Y que hago yo? Lo mismo, medicarlos y liberarlos cuando ya parecen otra vez gente sana.
En un año me lo trajeron aquí unas cuatro ocasiones. Siempre venia con la ropa manchada de sangre y delirante, con total pérdida del sentido de ubicación o espacio-tiempo. Me resultaba difícil establecer control sobre su persona, por su divagación total en un mundo privado tan lejano a la realidad.
Todavía recuerdo la última vez que me lo trajeron en muy lamentable estado. Pese a sus veintitantos años lucía como un hombre mayor, demacrado, terriblemente angustiado. Me dijo que ya no le era suficiente beber sangre, que su cuerpo se venia pudriendo mas aprisa y que sus intentos por detener el deterioro venían siendo inútiles. Que debía saltar de beber sangre a ingerir órganos, por que sentía que se estaba desvaneciendo “Hay días que no logro mirarme ni las manos, es como si yo fuera transparente”. Mis reportes a la policía nunca omitían detalle de sus confesiones pero, creo que nunca prestaron atención.
Después de un tiempo en tratamiento lo pasé con la población general, podía salir a caminar al patio y platicar con otros pacientes, dormir en su pequeña habitación y tener libros. Sin embargo seguía diciéndome cosas como “Yo lo se, estoy desapareciendo”. Una mañana lo encontraron acostado junto al cuerpo de la enfermera nocturna. Lo metí a una celda de aislamiento. Esta vez la policía prestó atención. Se me ordenó tratarlo hasta mantenerlo estable para entregarlo a la justicia. Llamé para que vinieran por el dos meses mas tarde, enviaron cuatro guardias y dos camionetas. Cuando abrieron la celda tomaron todas las precauciones posibles. No había nadie.
29 Abril, 2010
Lilymeth Mena.
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Sandwich de Atún…

Ya hace rato que me dejaron castigado. Con el calor que se siente. Yo no debería estar aquí, con el día tan bonito que hace allá afuera. Ya se que no estuvo bien lo que hice pero, ni que fuera para tanto. He hecho cosas peores y nadie me ha dicho nada, creo que ni se han dado cuenta.

A veces pienso que soy un poco tonto, todos parecen entender lo que significa ser bueno, menos yo.
Jacinto es un mentiroso, la maestra le pregunta si ya rezó los cuatro padres nuestros y los seis Ave María, el dice que si, pero no es cierto. La maestra como es muy viejita se lo cree y lo deja sentarse. Como yo no se mentir, me tienen aquí parado con diez libros de los gordos en lo alto. Ya me duelen los brazos.
Papá me dio con el cinto en las nalgas la vez que le corté una de las trenzas a Teresita, la directora le dijo que soy “Un niño problema”; y ni se por que lo hice, si se veía tan bonita con sus trenzas hasta la cintura.Ahora cuando la miro, siento re feo aquí dentro.
El sol ya se esta metiendo atrás del árbol del patio grande, justo cuando me gusta perseguir a los chapulines que van saliendo de la enredadera del salón de química. Yo no les arranco las patas ni los aplasto como hacen los demas. Nomás me gusta verlos correr entre mis pies y doy cada paso con mucho cuidado para no echarme ni a uno. El otro día metí uno grande en una cajita de cigarros de las que mi papá tira a la basura. Toda la noche se la pasó cantándome. Lo solté encima de las plantas del jardín para que coma y tome el sol.
Dice mamá que ya casi terminan las clases y estaré de vacaciones todo el verano, que no sabe que hará conmigo todo ese tiempo. Ojala me envíen a casa de la abuela, ella no me pega de manazos por comerme la mermelada o terminarme las galletas. Me deja salir a inspeccionar cerca del río y guardar mis bichitos en los frascos vacíos de café.
Hasta acá oigo como están jugando futbol en el patio chiquito afuera de la biblioteca. Me gusta cuando te sacas el suéter y se siente como te pega en la espalda bien duro el sol. A veces cuando termino temprano mi tarea me escapo a jugar en la calle con mis amigos de la cuadra, otras veces mamá me convence de quedarme dentro y ver la tele, dice que ensucio mucho mi ropa.
Me duelen harto los brazos y tengo hambre. Mañana que manden llamar a mi papá para contarle seguro me van a castigar otra vez. Como si ponerle tachuelas al profe en el asiento fuera la gran cosa. Tengo hambre y no puedo comerme el sandwich, mamá me va a regañar por volver a casa con un sandwich aguado.
27 Abril, 2010
Lilymeth Mena.
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Cruce de peatones...

Abril tenía que ser, ni mayo ni junio ni cualquier otro mes. Hoy fue una tarde de esas donde no se puede respirar por que el aire resulta harto caliente. Igual de caliente que el que se pasea dentro de los pulmones. Seguro mi sangre a estas horas es chocolate puro, atole, champurrado, o cualquier otra cosa hirviente y espesa que pueda escurrir pendiente abajo sobre una superficie inclinada. Ah que rico sería, pensé tantas veces, desentenderse del mundo y de quien lo puebla, así como hago yo ahora. No se por que le llaman la salida fácil si de fácil no tiene nada. Me costó bastante pensarlo y repensarlo para por fin estar donde estoy. Hace falta valor y coraje, sobre todo, coraje. Cosa fea será que me acusen de improvisado, si lo he planeado todo minuciosamente. El sitio, la hora, el día, la ropa; incluso mandé a mi perro al peluquero, de otro modo habría sido una embarradera y patitas rojas por todos lados. Antes de cerrar los ojos, siento un placer gozoso al mirar escurrir por el suelo de la casa inclinada mi chorro hasta la puerta. Sonrío mientras me pierdo en el pensamiento de que en un momento cruzará la calle y se perderá entre los zapatos de la gente. Quizá llegue hasta la estación de tren y también se vaya lejos, antes de que lo encuentren.
26 Abril, 2010
Lilymeth Mena.
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El cuarentón meticuloso con delirios de persecución y sobre protección maternal.

En una noche donde abundan las sombras cualquier cosa puede ocurrir. Las secretarias, los contadores, mi jefe, todo mundo se va yendo poco a poco, los empleados de la limpieza son mis últimos compañeros al final del día. Cuando por fin termino de cerrar la caja y las cuentas quedan claras tengo que echarle llave a todo, seguido de cerca por el último uniformado que queda y al que le toca hacer las rondas nocturnas. Parado ya sobre la acera miro el reloj debajo de la luz de la salida de personal. Doce y media. Por más que me apuro siempre me gana la media noche; afortunadamente vivo tan solo a unas cuadras, las mismas que siempre me toca caminar de regreso por que a estas horas y por estos rumbos es más difícil pescar un taxi que un cachalote de ochenta kilos. Procuro mirar hacia ambos extremos de la calle para ver si no hay nadie por ahí al asecho, muchos maleantes creen que por que uno trabaja en lugares como estos tiene uno poder para sacar el dinero a voluntad, no vayan a querer hacerme una cochinada una noche de estas.

Hace un frió de los mil demonios, tiro de la gabardina para cubrirme lo mas que puedo el cuello, no se si sea por la edad pero cada vez que me da un resfriado tardo mas en recuperarme, también puede que sean los virus que cada año se ponen mas extraños con eso de las mutaciones. Antes de doblar a la derecha veo gatos sobre un bote de basura, peleándose por la sardina mal congelada que tiro el tendero de la esquina. Veo una sombra ancha y alargada parada del otro lado, antes de cruzar me detengo para estudiar el panorama, no es nadie, tan solo un poste, como no me había fijado que estaba ahí? si paso por aquí todas las noches? De verdad me están afectando los años, me estoy volviendo un viejo paranoico, ridículo.
Comienza a caer una ligera llovizna así que aprieto el paso. Una extraña sensación se apodera de mi, me tiemblan un poco las rodillas y me sudan las manos cuando escucho pasos siguiéndome, no quiero voltear pero, tampoco puedo dejar que crean que tengo miedo, he dicho miedo? Me paro en seco, hago como si nada, saco un cigarro y le prendo fuego. Pasa junto a mi una pareja de novios, los dos algo ebrios. Pues claro¡ es viernes por la noche, el único que no tiene vida social ni novia, eres tú. A nadie le gusta perder el tiempo, carajo se me han mojado los mocasines, nomás a mi se me podía ocurrir estrenar zapatos un día como hoy, de por si tiene uno pocos placeres en la vida para terminar con los zapatos nuevos todos flojos y escurridos. Bueno, media cuadra mas y ya esta. Pero, que es eso que se ve afuera de la casa? Es una persona, si, estoy casi seguro que es un tío ahí parado, me tendrán vigilado? Me habrán seguido hasta aquí? Pero, como han averiguado donde vivo? Instintivamente, llevo la mano al puño de la daga que siempre llevo estratégicamente oculta en el forro de la gabardina. Siento la boca seca hasta la garganta. Antes me los quiebro que permitir que me utilicen. Robar a la compañía, por medio mío, eso nunca. Ese dinero es sagrado. Buenas noches patrón. La sombra resulta ser el vagabundo que ronda la cuadra, si será pendejo, por poco le corto el cuello. La gente hoy en día es muy desconsiderada, habrían de tener mas cuidado.
Por última vez antes de meter la llave y entrar a casa, volteo para echar un ojo. Todo parece estar en orden. Me saco la gabardina mojada y la cuelgo en el perchero. Saco lo que traigo en mis bolsillos, lo acomodo todo sobre el escritorio. -Buenas noches mijo –dice mi anciana madre desde su habitación- Buenas noches mamá, hasta mañana.
24 Abril, 2010
Lilymeth Mena.
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Microrrelatos...

 Buen chico
Ella es muy estricta conmigo, me pide que trabaje horas extra por que el dinero no alcanza, que le deje las llaves del auto para irse de compras; yo me voy caminando. Que cargue al niño. Que friegue los trastes. Ya de noche, me pide que la descalce y le de masaje. Antes de dormirse me da un beso en la mejilla y me palmea la espalda. Siempre quise ser mascota.

 Paté de hígado
Salgo del trabajo con una sola idea en la cabeza. Estoy hasta la madre de todo, de todos. Para qué ir a casa y bañarme? Busco unos pesitos y bajo al metro. Total, dentro de las pequeñas bolsas negras nadie notará si me había bañado. Ya viene el metro.

 Parto sin dolor
Cuando vi la bici delante de mi camioneta me fue imposible frenar. La culpa fue toda suya: la luz amarilla me daba preferencia. No me bajé a echar bronca porque nunca se llega a nada. Seguro me habría querido sacar algún dinero. A esta juventud irresponsable que la mantenga el gobierno. Al llegar a casa me estacioné como siempre, bajé y puse la alarma. Quise abrir, no pude. Atravesé la puerta.

 Biografía no autorizada
Ya en la edad madura no le fue posible aprobar un solo curso de microrrelatos. Tuvo que buscar vías alternas a su energía. Ahora mismo está tomando un nuevo curso sobre crítica de microrrelatos.

 Tramites aduanales.
La balsa se agita tanto. Los hombres sobre ella se sujetan con uñas y dientes. Cuando, según ellos se encuentran cerca de Miami, escuchan una sirena. Es un barco patrulla de Florida. Un uniformado por el megáfono –Son ustedes balseros? –No, señor, somos carne de importación.

 Bra(e)vísimo.
Para cuando se dio cuenta de mi desaparición, yo ya me encontraba demasiado lejos.
13 Abril, 2010
Lilymeth Mena.
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Marejada...

Descalzo camino por la orilla. Me da un placer inocente sentir los granos de arena meterse en medio de los dedos, no me incomoda, al contrario; la pequeña irritación en la planta de los pies me indica que aun, a pesar de todo, a pesar de todos, sigo vivo. Ahora después que ha pasado la tormenta, siento los buenos rayos del sol sobre la espalda desnuda, un sol que igual me calienta que me quema. Es un alivio, un doloroso alivio.

Yo se, por mas a gusto que me encuentre ahora, que tarde o temprano habrá de suceder. Tendré que enfrentarme a el de nuevo, como si el último revolcón que me dio no hubiese sido suficiente. Todavía tengo las rodillas raspadas, una costilla maltratada y la nariz rota. Pero yo se que la carne y los huesos no son tan importantes, el hombre no es solo sangre y mocos.
Jamás a nadie le he dicho nada, siempre me he hecho el hombre valiente, el todo sapiente, el que todo lo puede, el que es capaz de prodigar cuidados y protección a todos los demás, menos a si mismo. Hoy, quiero contarte, si me permites y juras no burlarte de mi, que le tengo miedo. Si, le tengo pavor. A poco tu no?
No es la primera vez que me sacude o que me atrapa en su furia y me arrastra, yo se que me desea, me quiere para si. No se por que.
La primera vez, hace muchos años cuando yo era joven y el ya era viejo; me gustó mirarlo de frente, desafiarlo, dejarle bien claro que no le tenia miedo. Me quite los tenis y los calcetines, me desnude completo y corrí hacia el. Cerré los ojos y me hundí hasta lo mas profundo. Luego no supe de mi hasta que una lancha me rescató allá muy adentro. Me di cuenta de que no había persona mas estupida que yo. Enfrentármele así como así, nomás por que me dio la gana. Escuincle idiota ¡
Ya luego cuando me repuse. No pude volver a verlo con los mismos ojos, el seguía siendo el mismo, yo…no.
Cuando llegué a la adultez y cimenté los pies en suelo firme, entendí muchas cosas, comprendí lo efímero de la existencia, de los anhelos, de las pasiones, de los sueños. No fue sino hasta que lo miré de nuevo, cuando supe lo pequeño que era yo.
Ahora la cosa era distinta, ya sabia de lo que éramos capaces cada uno. Me contentaba con desnudarme y bailar frente a el sin dejarlo que me tocara. El se estiraba sobre la arena, tanto, que su espuma estuvo a punto de rozarme algunas veces, pero no lo logró. Yo en tierra soy más rápido.
Cuando tuve un hijo y creció lo suficiente como para entenderme, le dije que con el no se juega, que se tiene que ser muy cuidadoso, “Tienes que tenerle algo de miedo, algo de respeto”.
Pero como cada generación va un paso delante de la anterior, mi hijo es un cabronazo. Apenas tiene diecisiete años y juega con el. Camina hacia su encuentro y cuando lo ve venir, corre de regreso, y así se la puede pasar horas enteras, yendo y viniendo sobre la playa sin dejarse llegar. Algunas veces cuando una ola ya debilitada por la arena llega a mojarle los talones, mi niño no se asusta, se vuelve loco de gusto y se ríe a carcajadas.
Mi hijo no será como su padre, el no le tiene miedo al mar.
15 Abril, 2010
Lilymeth Mena.
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El regalo del Tlacuache...

Era de madrugada y la luna llena lo alumbraba todo en la gran Tenochtitlan. Las escalinatas de las pirámides bajo esa luz, resaltaban a la vista con sus cráneos y serpientes coloreadas con cochinillas trituradas y hierbas dulces. El ambiente olía a copal, vainilla, cacao. La plaza principal con sus tres calzadas, el acueducto que proveía de agua dulce traída desde el Acuecuexcatl, las calles de tierra apisonada, el dique de Nezahualcóyotl, los pequeños canales que rodeaban el islote por donde transitaban las canoas. Todo estaba quieto, todos estaban dormidos. En un momento comenzaron a brotar chapulines a montones venidos desde el Este, una oleada verde que cubría el camino llegando por detrás del Templo Mayor. La alfombra espesa de chapulines venia abriendo paso a una nube plateada que caminaba por la tierra, una nube tan brillante como la luna misma.

Cuando la nube se posó sobre la cima del Templo Mayor, los insectos desaparecieron tan rápidamente como habían venido. La nube lentamente se fue disipando hasta dejar al descubierto a Tezcatlipoca dios de dioses. Una bruma ligera comenzaba a bajar del cielo, Tezcatlipoca tomó asiento justo en la cima afuera de los dos templos, estirando su pierna sin pie; el pie que el monstruo de la tierra le comió. La franja negra en el rostro y el espejo de obsidiana en el pecho, en la mano derecha algunas flechas, en la izquierda una flauta. Estaba Tezcatlipoca sumido en profundas reflexiones, observando la tierra, la luna y las estrellas, cuando el Tlacuache vino y se sentó a su diestra.
-Tlacuache, tú siempre tan inoportuno, estoy en medio de terribles tribulaciones intentando comprender por que el hombre es como es, y tienes la ocurrencia de venir a interrumpirme.
-Perdona, mi dulce señor, si he perturbado tu trabajo y el silencio de la noche con el movimiento de mis bigotes.
-Solemos vernos de día en la espesura verde, cuando tenemos asuntos que tratar, no veo entonces a que has venido esta noche.
-Padre, he venido a traerte un obsequio que seguro me premiaras.
-Estamos pasando tiempos difíciles, tú conoces mi omnipotencia, que el espejo incrustado en mi pecho me da poder sobre el hombre, através de el puedo saber sus pensamientos y sus sentimientos. Por eso no entiendo aun por que pelea con sus hermanos por la tierra que es de todos, por que yo se las obsequie.
Los sacrificios en un principio eran para establecer un orden, un equilibrio en lo que le fue dado al hombre y lo que el debía recuperarle a la tierra y a la naturaleza. Pero en estos tiempos de guerras los sacrificios ya no bastan, el hombre ya no le devuelve a la tierra lo mejor de si. Se esta creando un vacío y temo que ningún Chac-Mool será suficiente.
-Ves, señor mío, como no soy inoportuno?, es ahora cuando mi regalo te traerá lo que estas buscando en la inmensidad del cielo estrellado.
-Explícate, Tlacuache
-Pues tengo que comenzar por el principio para que puedas ver todos los matices de mi regalo. Andaba yo por Oaxaca cuidando a algunos de mis hijos, atravesando la sierra decidí ocultarme entre las copas de los árboles para tomar sombra y dormir un poco, cuando vi a un joven zapoteca de rodillas junto al río, tomando agua. Como bien sabes también por allá están en guerra. El joven muchacho venia muy mal herido, he intentaba lavar sus heridas con agua dulce y la palma de su mano. Cuando descendí de la rama para verle de cerca vi que sus heridas eran muy profundas e inevitablemente se desangraba. En ese momento me hice presente, me materialice para que pudiera verme aunque sospeché que ya estaba entrando en delirio.
Cuando notó mi presencia sintió algo de miedo.
-No temas, no he venido ha hacerte ningún mal.
-Quien eres tú dulce señor que desciendes del cielo?
-Soy el dios Tlacuache, permíteme aliviar un poco tu dolor antes de que partas.
-No te apures por mi, mi gentil señor, realmente hace rato que ya nada me duele, tan solo tengo sed, mucha sed. Respirar es lo que me cuesta demasiado.
-Dime, por que el hombre esta en guerra? Por que se causan daño los unos a los otros?
-Nos educaron guerreros, somos protectores de nuestra región, de nuestras mujeres, cosechas y niños, amamos a nuestros hermanos hasta que ellos llegan de otra región a atacarnos. El hombre no es malo, solo esta un poco perdido y necesita guía, no odio a mi enemigo.
-Estas muriendo por que una flecha de lanza te abrió heridas profundas, se te escapa por ellas la vida y aun así dices que no odias a tu enemigo?
-No, mi señor, el hombre es mi hermano igual que lo son las bestias que habitan la tierra, el hombre es bueno como lo es el monte, el viento, el agua del río. En cuanto muera, me uniré a las estrellas y desde ahí seguiré cuidando a mi gente y las cosechas.
-Cuando el joven guerrero murió lavé su cuerpo con el agua que corría junto a nosotros, lo tendí sobre la hierba crecida, y lamí sus ojos para que pudiera dormir. Te he traído su corazón, su corazón que aun palpita con ese amor que nos une a todos, en la guerra o en la paz. Este, padre mío, es mi regalo para ti.
-Me has traído una piedra preciosa, Tlacuache. En una noche oscura que parecía que no iba a dejarme nada. Ahora me despido, pues casi amanece y mi pie no debe tocarlo la luz del sol. Se bueno.
Acaricio tiernamente la cabeza del Tlacuache y poniéndose sobre su pie se retiro en la misma forma en la que había llegado, una nube espesa plateada que fue descendiendo del Templo Mayor hasta desaparecer en una ola de chapulines por el Este.
Hoy en día, si miras el cielo en las noches despejadas y tranquilas, puedes ver una estrella que brilla un poco más que las demás. Es el corazón del joven zapoteca que Tezcatlipoca prendió en la negrura del cielo.
15 Abril, 2010
Lilymeth Mena.
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Mátenme por que me muero…

Se le cansaban las manos de frotárselas una contra otra, afuera llovía y a ratos el pequeño departamento era una hielera, con el estomago lleno de pollo rostizado y algunas tortillas, se sentía agradecido de haber comido tan suculentamente aquella tarde, una tarde de abril como cualquier otra, a diferencia de que este abril se le antojaba mas pesado. Sentado en la orilla de la silla con la espalda doblada y los codos sobre el escritorio, la boca un poco seca, por ganas, no por falta de agua, ganas de joderse la existencia y mantenerse despierto, a un lado su libreta de apuntes casi llena, con hojas dobladas a la mitad, tachaduras, parches, dibujos, frases instantáneas inéditas, jamás copiadas o leídas en vos alta, ideas para historias que no ha escrito, algunas que ha decidido que merecen morir antes de nacer, como una serie de abortos provocados. En el cajón principal guarda, todas revueltas, las cosas que pudieran serle mas importantes y las mas insignificantes, así como es la vida; que junta lo mas valioso con lo mas efímero para burlarse de nosotros, como para ver si notamos alguna diferencia entre ellas. Manuscritos pasados en limpio de las poesías que escribió en sus años de juventud, dos reconocimientos que ganó por aquella cosa que llevaba por titulo “La era eterna”, lápices de colores, dos plumas, una que pinta, otra que no, unas cuantas fotografías de gente que ahora le resulta tan distante que no se explica como es que fueron a parar ahí, identificaciones, y el poco dinero que una mano amada y piadosa le dio para estirar hasta que salga el sol. Cuando salga.

En el cajón de la derecha guarda un rimero de papeles, recibos de luz, de agua, impuestos que quien sabe quien y con que pinche derecho puso sobre lo mas indispensable para vivir, juguetes de la niña que luego viene y me pide. Lo más oscuro se encuentra en el cajón de abajo, el que ya no abre, al que quisiera echarle llave para luego tragársela. Es ahí donde vive ese libro, el que comenzó como una dulce ilusión y termino convirtiéndose en un monstruo tan egoísta que ahora le resulta imposible siquiera pensar en el, el libro de sus miserias, de su odio, de su repulsión por todo y por todos, las paginas negras en las que volcaba su infinidad de carencias, su rencor, su poca fe. El reflejo de un alma dolida que ahora ya no lo esta, y le resulta imposible mirarse en el mismo espejo.
Es curioso, que en estos momentos en que menos tiene, se siente más dichoso y tranquilo, duerme con una serenidad que hasta no hace mucho le parecía inalcanzable, un sueño de opio mas, ahora no solo duerme, sueña, con días mejores y atardeceres anaranjados.
13 Abril, 2010
Lilymeth Mena.
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El perro ciruelo...

Fui bueno por ti, te quería y necesitaba verte bien. Aquellas mañanas cuando el peso del mundo se colocaba sobre mis hombros no podía herirte de ninguna manera, ponía la mejor de mis sonrisas, me esforzaba por tener buen semblante; incluso cuando era el día mas gris y por la ventana solo se podía mirar el sol nublado de un mayo mas, yo te colocaba margaritas en el cabello e intentaba. Dios ¡ de veras que lo intentaba. Tu madre en cambio, se esmeraba en hacerte notar hasta el mas pequeño de mis defectos, de mis manías, de lo que ella llamaba mis malas actitudes; nunca me molestó, nadie mejor que yo conozco esa lista interminable de números negros en mi haber, pero, era necesario tanto fastidio para ti? Agotarte con tanta monserga?

Cuando caíste enferma procuré hacer la vida más fácil para todos, la casa, los niños, el jardín, tu madre, la oficina. Pero nada era bastante, me fui quedando corto cada vez un poco mas, hasta que fue inevitable ocultar mi ineptitud, no sabia como ser esposo, ni padre, ni yerno, ni enfermero o jardinero. Las rosas son tan difíciles, y el perro, no se dejaba bañar.
Una noche infernal, después de muchas otras, decidiste que estabas demasiado cansada para luchar, que aquí no había razones suficientes que te ataran a una existencia terrena tan dolorosa, te declaraste vencida y te fuiste sin decirme adiós.
Tu madre murió el verano siguiente, ella también pensó que este mundo sin ti no era lo mismo, y decidió no quedarse.
Los niños crecieron, cada uno fue buscando su lugar en el universo, su por que en este instante, en esta mota de polvo que para cada uno es tan distinta; Max, tu perro, sufrió de cataratas, vivió ciego los dos últimos años, murió y lo enterré debajo de tu árbol de ciruelas, no se si sea idea mía pero desde entonces sus frutos son mas grandes y dulces. Max siempre fue un perro muy dulce.
Yo, sigo viviendo en la que fue nuestra casa, mantengo el jardín como era en aquel tiempo aunque los nietos vienen tan poco, ya no hay perro que retoce y el buzón esta muerto de hambre. Por las mañanas despierto con ganas de volver a cerrar los ojos. Aun no se si te extraño o si estoy molesto contigo, por hacerme esto, yo no me di por vencido, yo no renuncie.
11 Abril, 2010
Lilymeth Mena.
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Enamorado...

A las seis y media de la mañana suena la alarma de tu reloj, yo me despierto al mismo tiempo en el que te vas quitando la pijama para meterte a la ducha, junto a la pata de la cama cae la camiseta y la ropa interior impregnada de tu aroma, por que hueles, sabes? Por mucho que te talles, te perfumes y te embadurnes, hueles, tienes una esencia única que podría distinguir en medio de una multitud. “No hay como un baño caliente para comenzar el día” sueles decirme con tu sonrisa picara y coqueta desde el cancel de la regadera: siempre he respetado tu hora del baño, por eso en lo que escucho como comienzas a enjabonarte, como te lavas el cabello y te enjuagas todo el cuerpo, me voy a la cocina a tomar un poco de agua. Esta mañana el repartidor ha entregado el periódico temprano, lo ha deslizado por debajo de la puerta, le echo un vistazo por encima y me asomo a la ventana, el lechero aun no llega.

Aunque se que te enojas conmigo me como el pastel de carne que quedó en el plato anoche, apuro los mordiscos antes de que salgas de bañarte y que me regañes, casi, me atraganto; no me gusta cuando me hablas fuerte. Eres tan bonita cuando estas contenta. Cuando caminas por las habitaciones cantando y haciendo tus cosas, meneando ese diminuto vestido verde limón por todos los rincones de la casa, ese vestido que no oculta nada.
Cuando sales del baño envuelta en una toalla secándote el cabello, yo finjo, hago como que estoy demasiado entretenido en mis cosas como para estarte fisgoneando, pero, me encanta mirar como subes una pierna en la silla del tocador para ponerte crema, luego subes la otra. Eres tan meticulosa que has escogido la ropa que te pondrás para la oficina desde anoche, no salgo de la recamara hasta que te has puesto las medias y has abrochado tus sandalias. A veces cuando me da la impresión de que te has ido molesta conmigo, me quedo con un sentimiento raro todo el día, cuando oscurece me asomo insistentemente a la ventana esperando a que vuelvas, necesito mirarte para sentir que todo esta bien. Mucha gente dice que el tiempo y la costumbre terminan por matar el amor, yo, nunca me he cansado de mirarte, de andar detrás de tu olor, de besar tus pies, jamás he dejado de sentirme nervioso cuando se que estas por volver a casa, aun me tiemblan las rodillas de emoción cuando te veo entrar por la puerta cargando tu portafolio y las bolsas de la despensa. Creo, que eres el amor de mi vida.
Pones las bolsas como puedes en la mesa, salen rodando algunas manzanas, quitas las llaves de la puerta y mirándome dices con dulce vos “Ya llegue, como estas mi cosita hermosa?”
Yo me siento tan feliz de volver a verte, que muevo mi rabo como la hélice de un helicóptero.
11 Abril, 2010
Lilymeth Mena.
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Inocencia enlatada...

Mi sobrina Clara de siete años, llevaba consigo a todas partes una pequeña lata metálica, cuadrada, que en un principio usaba de alcancía pues en la parte superior tiene una ranura. Su madre, mi hermana menor, le adaptó a la lata una cinta rosa larga para que se la pudiera colgar del cuello. Conforme pasaron los días me di cuenta de que la lata era algo muy importante para ella; si jugaba, si se iba de campamento, si hacia la tarea, a donde quiera que iba ella, iba la lata.

A veces, cuando mi hermana no puede llegar a tiempo por la niña a la escuela, me llama a mi celular y me pide que vaya yo. Generalmente le digo que sí, y no por hacerle el favor a ella, lo hago esperando que Clara nunca sienta que los adultos a su alrededor están todos tan ocupados que no hay quien pueda ir a recogerla, no quiero que se sienta sola o abandonada. Así que algunas veces voy por ella a la hora de la salida, nos compramos un helado y nos venimos platicando todo el camino a casa. Una de esas tardes en que veníamos caminando cante y cante, se me ocurrió preguntarle, ya que veníamos solas:
–¿Por qué siempre traes en el cuello esa latita, mi vida?
–Es mi cajita de bostezos Bobita (Bobita, soy yo).
–¡Ah¡ ¿Y ya tienes muchos guardados?
–Sí, tengo de mi madre, del cerdo (mi hermano), y de la Abu.
–Uy, Bodoque, pues te tengo una muy mala noticia: ¿ves esta delgada ranura en la tapa de tu latita? Pues por ahí, se te han ido escapando todos los bostezos que tenías guardados. No me dijo nada, le dio risa, lamió el helado y continuamos cantando la canción de La Pájara Pinta hasta que llegamos a casa.
Algunos días después, mi hermano me llamó para que le ayudara a realizar algunos trabajos de carpintería en su casa. Después de cortar, cepillar y pulir madera, me tome unos minutos y mi madre me sirvió agua fría de mango. En esas estaba yo cuando Clarita se me acerca con su cara de pingo y me dice en vos muy baja, cerquita de mi oído, como si fuera un secreto entre ella y yo: «¿Ya viste, Bobita? Le puse un curita* a la rendija de mi latita y ya no se me van a escapar los bostezos.
* Tira adhesiva por una cara, en cuyo centro tiene un apósito esterilizado que se coloca sobre heridas pequeñas para protegerlas.

10 Abril, 2010
Lilymeth Mena.
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Fields of sorrow...

"And I can see you
running through the fields of sorrow
yes, I can see you running through the fields of sorrow..."
Opet-Coil (Rock Metal)


De pie frente al altar, contempló por largo rato. Las imágenes de las estampas, los santos de yeso, casi al borde de la extinción la cera de veladora dentro de un par de vasos, una barita de incienso consumida a medias, la carpeta tejida a mano, por sus manos, los milagros de oro y plata sujetos por alfileres al pequeño manto de terciopelo rojo, como un cielo chiquito plagado de estrellas.
Ahora que? – pensó para sus adentros, nada en esa casa le parecía vivo ahora, incluso las plantas que ella tanto cuidaba, se le antojaban mas de plástico que el hueso de juguete para el perro. Ya nada de lo que antes importaba, importa; ni terminar de decorar la cocina, cambiar el compacto por una camioneta, terminar de pagar las letras de la casa o empezar a comprar ropa para el bebe que esperábamos. Mis brazos estaban tan hechos a su medida, para abrazarla todo el tiempo que, ahora creo que no serian capaces de sostener mas nada. Los meses pasados habían estado tan cargados de dicha que no puedo pensar, el mundo sigue siendo el mismo, pero no puedo mirarlo igual, sentirme igual, vivirme igual. Ayer era un hombre feliz, hoy tan solo soy un loco que corre por campos de tristeza, rodeado por trigos dorados crecidos hasta mi barbilla, el campo es tan extenso que por mas que corra no logro salir de el, me canso, me duermo en el suelo, despierto para seguir corriendo, intentar salir a algún claro, pero nunca lo encuentro, todo es trigo dorado crecido, muero de sed. Un rayo de luz se asoma por entre todo aquel paisaje dorado, es tan pequeña mi esperanza que pareciera un resplandor sobre el agua, un guiño. Antes de arrojarme a el pienso –Que es la muerte? La muerte es un absurdo, en ti…no puede ser.
09 Abril, 2010
Lilymeth Mena.
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Un taco...

El papel de colores cuelga por todas partes, adornando la entrada de las calles y el paso a la catedral; cuando el viento lo mueve suena como cuando mamá esta intentando prender el brasero, o como cuando papá estruja las pacas de follaje para los caballos, también se parece a cuando corro por la plaza y las palomas se echan a volar todas juntas. Hay gente contenta por todas partes, los rebozos de las señoras me rozan la cara cuando paso cerca de ellas, mamá me jala para que camine pronto como ella, pero mis huaraches están algo flojos y siento que se me salen, a veces piso huarache, otras, piso calle pero no me duele, nomás siento en las piedras o la tierra el calor de las seis de la tarde. Papá nos esta esperando en el mercado, escuché como mamá le contaba a la comadre Chona que hoy vienen los padrinos y la familia del novio de mi hermana María a pedir su mano, que por que se quieren casar. Antes de llegar al mercado mamá me lleva a comprar flores, compramos dos atos bien pesados, mamá me pone uno sobre la espalda que es más grande que yo y me lo ata en la cintura y en la frente con cinchos de mecate. Tengo que echarme para adelante para que no me gane, creo que pesa más que yo.

Tenemos que caminar algunas cuadras para llegar a donde esta papá, seguro ya esta desesperado por que no llegamos y ya hace hambre. A lo lejos lo miro ya sentado limpiándose el sudor con su paliacate, en uno de esos tragaderos al aire libre con bancas largas de madera para sentarse y un anafre prendido todo el tiempo para ir echando la carne a asar. Sus largas trenzas negras se mecen de un lado a otro formando movimientos oscilatorios cada que ella con todo el cuerpo y con ambas manos menea aquel caserolon de guisado, el mole burbujea alegremente soltando aquel vapor oloroso, dulce y picante que flota hasta mi nariz, mis ojos siguen con la misma ansiedad que mis tripas las burbujas que brotan desde el fondo y que revientan a cada movimiento de la mujer, las piezas de pollo bien cocidas salen a la superficie entre cucharadas, como nadadores sumergidos en un liquido tan espeso que hay que luchar para salir a tomar aire y respirar un poco. A un ladito, el enorme comal caliente espera que se echen sobre el las tortillas una por una sobre su redondo estomago, como graciosas bailarinas que hacen para el publico su entrada triunfal, las manos ágiles y rápidas de las tortilleras amasan al mismo tiempo que voltean las tortillas ya infladas en la plancha ardiente, cada tortilla al desinflarse suelta ese suspiro contenido como una ultima respiración antes del acto final.
En la mesa, se pican sobre una tabla de madera los nopales, el jitomate, la cebolla, el cilantro, el aguacate, para ir a parar todos juntos en una enorme vasija de barro decorada con flores, un poco de jugo de limón y cerveza, chiles de árbol, una pizca de sal triturada por unos dedos morenos, redondos, ante aquel espectáculo el hambre no puede hacer otra cosa que seguirse hinchando dentro del hueco de mi estomago “!Estate quieto¡” me dice papá, para que deje de columpiar los pies con ansiedad por debajo de la mesa, en lo que enrolla una tortilla con carne sobre la mano para darme un taco.
09 de Abril, 2009
Lilymeth Mena.
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Cabeza por cola...

Para Nacho la vida no ha sido nada fácil, desde los quince años su padre lo metió al negocio familiar, andar armado era algo muy común, traer dos o tres gandules armados todo el tiempo detrás de el, también, las botitas vaqueras, las hebillas de plata, cinturones de víbora de cascabel, anillos en casi todos los dedos de las manos, eran solo el fruto de su trabajo, cositas ganadas con el sudor de su frente. Su madre y hermanos menores nada sabían del asunto, o parecían no tener ningún interés en enterarse de donde provenían las grandes comilonas, las putas elegantes, el licor, y otros placeres mundanos que los rodeaban, incluyendo camionetas, trapitos de marca, escuelas particulares y casas de seguridad por todas partes.

El único azote de esta buena gente, no era ni el gobierno ni la policía, por que desde antiguos rituales llevados acabo casi de manera ancestral, habían acordado una tregua pagado con dólares ensangrentados, lavados y transformados (venidos a menos) en humildes pesitos mexicanos, semana tras semana, casi, religiosamente. El verdadero enemigo de estos hombres modestos, era nada más y nada menos que los eslabones perdidos, los enemigos chiquitos que de un salto se quieren pasar los estratos por el arco del triunfo, esos que no respetan los cárteles, familias u organizaciones.
Al ser el polvo de hadas su principal producto, Nacho era un constante volador de cielos rasos, por alguna extraña razón, aunque podía volar muy arriba, el prefería andar volando bajo. Nada le preocupaba que no fuera que alguien se metiera con “su gente” o con su territorio, fuera de eso, todo estaba bien, cualquier exceso era permitido.
Un día amaneció un hombre sin cabeza encajuelado, luego otro, y otro, y así por varios meses, el reino se convirtió un caos en medio de la histeria colectiva, todo mundo temía que los capos de buenas a primeras anduvieran descabezando inocentes.
Entonces sucedió lo que era lógico, los de arriba tuvieron que hacer algunos ajustes, se desató una cacería de brujas, entiéndase, que sin brujas.
Nacho se convirtió en el lagarto de aquel cuento, ese al que le crecía tanto la cola que se la cortaban a cada rato, con la esperanza de que este asunto tan incomodo cesara, lo triste, para Nacho, es que como la cola nunca le dejó de crecer, la única salida fue también, cortarle la cabeza.
30 Marzo, 2010
Lilymeth Mena.
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También el gato…

Estoy acostado sobre la cama, de espaldas, pegadito a ti. Cierro los ojos. Me doy cuenta que los ruidos de afuera, apenas y se escuchan, me concentro en lo blanco del techo, me pierdo formando figuras en el, a modo de caleidoscopio mi mente dibuja y estira pentágonos, círculos, y cientos de figuras con tantas esquinas, que no puedo ni pensarles un nombre. En algún momento, aunque no quiero dejar de oler tu cabello, me duermo, no sueño, tan solo me dedico a flotar por encima de nosotros, nos veo ahí, tendidos sobre la colcha roja que te regale en tu cumpleaños, me siento liviano, el cuerpo no me pesa, es como si yo, no fuera yo, como si fuera tan solo un espectador. Puedo escuchar perfectamente cuando llega el cartero, y desliza por debajo de la puerta, los recibos de la luz y del agua. El vecino del once enciende su moto. La señora del siete, camina por el corredor, arrastrando las sandalias, su niño llorando, corre tras ella. Un perro, ladra a lo lejos. Nuestro gato, entra por la pequeña puerta que le acondicioné en el cuarto de servicio, después de tomar el sol en el techo y comer bichitos, lo veo treparse junto a nosotros, en la cama, se acurruca y también se queda dormido.

A la mañana siguiente, la casera entra a nuestra casa, con su llave maestra, varios hombres con traje entran
con ella, los miro manosear todas nuestras cosas, sin poder hacer nada para detenerlos, no comprendo que es lo que pasa, nos miran y toman fotos. A ti, a mi, al gato, otros, toman notas, escucho como uno de los invasores le pregunta a la casera “Y dígame, como es que sospecho que pasaba algo?” la señora bañada en llanto, casi sin aliento, responde, “Por que hace tres días que no se asoman, y…por el olor a gas”.
Ya, me parece que ahora recuerdo, hace unos días, estabas molesta conmigo, desde que amanecía, tomabas las llaves del auto y no te volvía a ver hasta la noche, andabas como dispersa, hablabas de abandonarme, y prometimos estar siempre juntos.
06 Abril, 2010
Lilymeth Mena.
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Cadenas...

Las sirenas ensordecedoras, seguían sonando desde las patrullas que ya merodeaban por todo el barrio, los gatos que se aferraban a los botes de basura buscando algún alimento, salieron volando al escuchar aquel chillido y mirar las luces de colores sobre los muros en aquella oscuridad, una que otra tapa de aluminio salió volando también. Algunos vecinos, abrieron las ventanas para asomarse, para poder enterarse del chisme. Por que tanto ruido? Que chingaos andan buscando estos, a estas horas?.

Una camioneta mediana se detuvo en la acera sobre la avenida, varios policías con chaleco y armas largas, salieron del vehiculo para dispersarse entre los autos estacionados, como cazadores, agazapados, casi de cuclillas, hacia los callejones y callejuelas. Se podía escuchar sus pasos, aunque ellos creyeran que no.
Detrás de la barda de madera, la que separa la escuela y el patio de la iglesia, se escucha una voz muy queda, un hombre está tirado en el suelo, con la respiración y el pecho agitados, quiebra una botella de vidrio contra el suelo, sujeta un trozo que le sangra la mano y llevándoselo al cuello, lo hunde lo mas hondamente posible, todavía alcanza a susurrar, con una sonrisa en los labios “No volveré…no volveré”.
03 Abril, 2010
Lilymeth Mena.
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El circulo...

Con la luz apagada, sentado sobre el suelo frío con las piernas apretadas entre los brazos, dentro del pequeño espacio que quedaba entre la pared y la puerta del closet, solía esconderme cada vez que mi padre llegaba algo tomado a casa, lo que pasaba después era casi una rutina, mi madre le reclamaba del modo menos apropiado y el que tan fácilmente entraba en cólera le propinaba tremendas golpizas. Después de dos, tres días sin cruzar palabra entre ellos se contentaban, y venia al mundo un hermano mas, cualquiera pensaría que un matrimonio así no podría durar mas de unos cuantos años pero, así estuvieron toda la vida, hasta que al viejo se le llevo el cáncer y a mi madre la tristeza.

Sandra y yo nos casamos cuando teníamos dieciocho años, siempre nos llevamos muy bien hasta que nació el primer hijo, las cosas empezaron a cambiar y eso me molestaba, ya no podíamos ir a fiestas o no llegar a casa, incluso para hacer el amor las cosas habían cambiado, ahora parecía que tenia que enviar un memorándum o sacar cita. Luego tuvimos un hijo mas y uno mas.
Ahora, la situación entre nosotros esta mas calmada, cada uno entiende sus obligaciones y cada quien ha aprendido a moldearse a según el roll que le corresponde. Nuestro hijo el más pequeño ya tiene siete años.
A veces, cuando salgo a tomar con los cuates y vuelvo a casa ya muy noche, Sandra se para delante de mí, a molestarme con sus cosas, yo la quiero mucho pero…ella me provoca.
_____________________________________________________
Cuando conocí a Sergio los dos nos sentíamos solos, el no tenia quien lo cuidara, y yo no tenia a quien cuidar. Nos dimos cuenta de que estábamos enamorados, nos gustaba salir a bailar todos los viernes y tomar cerveza, a mamá nunca le cayó bien Sergio, decía de el, que era un pobre chamaco sin ambiciones, nos casamos a los dieciocho años. Nuestro primer bebe nació muy pronto, ya no nos podíamos escapar para bailar o para irnos a las fiestas los fines de semana, luego vino otro bebe y otro, aunque ha sido difícil criarlos a todos, la casa siempre esta tan alegre.
En la casa, papá y mamá siempre están preocupados por que el dinero nunca nos alcanza, la vida es dura, pero mientras se tenga amor, lo demás no importa.
Hoy en día nuestro hijito el más chico tiene siete añitos.
Yo se que Sergio no es el marido perfecto, pero es buen hombre, ha madurado con los años y juntos le hemos dado lo que hemos podido a nuestros hijos, a veces, cuando se va a echar una copa con sus amigos, y llega noche, lo espero despierta, deseando no le haya pasado nada, lo malo que tiene tan mal humor, ya me ha golpeado antes pero, nada grave, nada que no se pueda ocultar con maquillaje en polvo, y es que yo, soy tan torpe, creo que…me lo merezco.
01 Abril, 2010
Lilymeth Mena

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Travieso...

Hoy me levanté del lado izquierdo de la cama, toda la mañana me he sentido vacío, como si hubiese perdido algo muy importante que me ha dejado un hueco en el pecho, algo tan importante que…ya ni se lo que es.

Estuve dando vueltas en el escritorio intentando concentrarme en el trabajo pero no he podido, mi imaginación anda divagante, hoy no podría escribir siquiera una mala canción, apagué el ordenador y me tire en el sillón a pensar. Mientras navegaba en las arrugas del yeso sobre la pared, recordé un tema que nos impartieron en uno de esos cursos que tome de manera obligada, a fin de completar los puntos para aprobar mi último semestre.
De alguna manera me pareció que podría resultar, podría no ser una idea tan descabellada. Fui a la papelería, compré un pliego de cartulina blanca y me fui en metro hasta el centro.
Ya en la enorme plancha del Zócalo, saque mi cartulina, escribí con un marcador negro en grandes letras lo que había pensado según mi plan, y comencé a mostrársela a toda la gente que pasaba junto a mi, a algunos les daba risa, otros se me quedaban mirando como para ver que reacciones suscitaba mi anuncio entre los demás, los mas buenos, se me acercaban sin dudar para apretarme entre sus brazos. Una señora americana, saco su cámara y me tomo varias fotografías, cuando terminó, también me abrazo y me guiño un ojo, como si compartiéramos un secreto.
Hace rato volví a casa, como me sorprendió la noche en el camino he comprado un litro de leche y pan dulce para cenar, definitivamente me siento mucho mejor que en la mañana, contento, reanimado, traigo muchas ganas de hacer las cosas y de desvelarme escribiendo. Después de cenar he limpiado y recogido la mesa, no puedo dejar de sentir una culpa chiquita cuando miro de reojo mi letrero sobre la mesa doblado por la mitad, supongo que la gente pensaba que yo le hacia un regalo.
Cuando en realidad la caridad me la han hecho ellos a mí.
“Hijo, que onda con este letrero?” Dice mi papá con cara de extrañeza, mientras me muestra la cartulina blanca que dice “Se regalan abrazos”.
27 Marzo, 2010
Lilymeth Mena.
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Las musas existen...

Venia llegando a casa luego de una tarde terrible, me habían entretenido de mas en el teléfono y tuve que comer frió, para mi no hay cosa mas fea que comer crema de zanahoria fría, mi jefe me encargó dos notas en las que debía reflejar una opinión totalmente ajena a la mía, nada me caga mas que escribir por encargo del hipotálamo comprado de un editor antidemócrata-ortodoxo, ya de camino a casa en el subterráneo me tocó lugar junto a un tipo de lo mas hediondo y ni para donde moverme, “joder¡” pensé, solo me falta que me mee un perro, me senté en el escaloncito en la entrada de la casa sin tener valor de buscar la llave dentro del bolsillo y darme cuenta de que otra vez la había olvidado en el cajón del escritorio en la oficina, día de mala suelte el mío, saque del abrigo un cigarrillo y le prendí fuego, luego de dos tres bocanadas y varios suspiros la vi venir hacia mi, una chica de cabello rojizo, botas largas, piernas bellas, se cabello algo humedecido por la reciente lluvia me pareció encantador por que se meneaba al ritmo de sus pasos sobre el asfalto, levantó una mano y la agito en el aire como saludándome, me puse de pie mientras me era imposible dejar de pensar el giro de fortuna tan cabron que había tenido en los últimos segundos, me sacudí el pantalón y me acomodé el cuello de la camisa mientras ella se acercaba mas a donde yo estaba con una sonrisa blanca perfecta, justo cuando me iba a apresurar a dar un paso adelante sale el vecino de la puerta de a lado y grita con fuerte voz “Hola, cariño”, se han encontrado a dos pasos de mi y se han abrazado.

Tire lo que quedaba de mi cigarrillo y lo pise frenéticamente contra el suelo mojado, pinche suerte la mía.
Me volví a sentar en aquel escaloncito, saque mi libreta y escribí:
Tenía un par de piernas largas como mi melancolía…
21 Marzo, 2010
Lilymeth Mena
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Aurora...

Cuando papá se fue de la casa y nos quedamos solas no me dolió o me importo mucho, de todas maneras mamá y yo pasábamos la mayor parte del tiempo así, solas, buscando trabajos que se nos acomodaran en lugar de acomodarnos nosotras a ellos, el nuevo bebe ocupaba mucho tiempo, lavar pañales, cambiarlo, cargarlo para que no llorara, alimentarlo, solíamos turnarnos para no dejarlo nunca encargado con nadie, así una trabajaba de día, la otra de noche.

De la escuela me echaron luego que no pude pasar los exámenes extraordinarios de los dos últimos bimestres, por aquel entonces mamá había recién dado a luz y tuve que cambiarme al turno de noche, entré a una fabrica de jeans, mi trabajo era muy sencillo, tenia que poner los botones con una maquina que los inyecta a presión, nada del otro mundo, la paga era poca pero segura, y nos ayudaba.
A veces, cuando mi hermanito y yo nos quedamos solos bajo el intenso calor que se siente através de un techito de lamina, me imagino si así es de difícil la vida para todas las mujeres.
Anoche salí del trabajo a las diez y media, esperé el autobús como siempre, le compré una paleta de chocolate a un chico que subió a vender en la parada del centro, todavía la llevaba en la boca cuando descendí en la esquina de la casa, todo era como ante noche y la noche antes de esa, hasta que un auto se emparejo a mis pasos.
Hoy, amanezco sobre el suelo del desierto a las afueras de la ciudad, me duele tanto el cuerpo que…ya no me duele, estiro la mano intentado agarrarme de lo que tenga cerca para ponerme de pie pero solo alcanzo unas cuantas rocas y hierba seca, entonces comprendo, nadie vendrá por mi, a quien puede importarle una pequeña obrera hija de nadie?, ya no puedo defenderme, solo me queda mirar por ultima vez un amanecer anaranjado sobre el cielo de Chihuahua.
23 Marzo, 2010
Lilymeth Mena.
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Cada vez...

“Every time you say goodbye

I die…a little…”


Comencé a amarte hace tanto tiempo, aunque jamás te lo he dicho, muy probablemente te amo desde siempre, nunca encontré el momento oportuno para decirte, con esta vos que apenas y se escucha, que te quiero. Que irremediablemente necesito de tu imagen para dormir con alguna tranquilidad por las noches, que me hace falta un beso tuyo debajo de mis suelas para no sentir que el mundo me aplasta, por que sobre mis hombros cae el peso de un mundo que no comprendo, ni me interesa comprender.
Ayer un amigo muy querido me ha escrito en un brevísimo mensaje “…a veces me gustaría volver a verte como la primera vez”, a mi también, a veces, me gustaría que los que me importan, pudiesen volver a verme como la primera vez.
Hay días que me pregunto si en algún punto de nuestra historia estaremos juntos? Pero, la mayoría del tiempo prefiero no pensar en ello, me has hecho prometer, no hace mucho, que nunca volveré a hablar de “nosotros” en tiempo pasado, no, vida, como hacerlo? Si para mí siempre hemos sido y seremos “nosotros”, aunque me duela, aunque sea una sombra que a ratos, se me borra, aunque me llore, aunque me queme, aunque se te olvide, aunque te valga madres, aunque no quieras.
Y aunque hoy, me ves por ahí caminando sepa dios por que cochina razón, con una sonrisa disoluta y esta mirada de “Ven acá” que pongo cada vez que te miro, no creas que se me olvida, que he sido tuya desde la primera vez que roce tus labios, que probé tu aliento con sabor a tabaco, que enredé tu cabello con mis dedos. Por que aunque quisiera (y no quiero), a mi, no se me olvida.
Por que cada vez que te veo, y te lo digo a manera de confesión, no sin sentir algo de rubor, que te miro como si fuera la primera vez, te miro nuevo, te miro hermoso, te miro mío, por eso cada vez me cuesta mas desprenderme de tu cuello, y despedirme de nuevo.
29 Marzo 2010
Lilymeth Mena
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Amor eterno...

Te fuiste cuando esto apenas empezaba, pero, como me has prometido amor eterno he decidido esperarte, no quisiera arrepentirme luego, los hombres buenos no abundan dice mi madre y es tan cierto, me trajiste flores en la primera cita, fuiste gentil y encantador, las historias de tus padres me hechizaron, un amor así quisiera yo, te dije, tu sonreíste mostrándome tus grandiosos dientes, tan blancos.

Luego en la segunda cita todo fue mas fluido, no me costaba trabajo ser amable contigo pues con esa cara de niño, como podría yo decirte que no, a nada?. Recuerdo que mi perro te ladro la primera vez que entraste a casa, me pareció tan extraño, a “Coco” siempre le han agradado las personas buenas, pensé, pero al parecer, tu nunca le diste buena espina.
Esa tarde, recostados sobre mi colcha favorita, luego de hacer el amor un par de veces, me dijiste del modo más dulce que querías tener dos hijos y casarte una tarde cuando el sol ya se estuviese metiendo detrás del follaje, en el campo, es tan sensible, pensé para mis adentros, que afortunada soy. Me costo tanto trabajo darme cuenta que algo había sucedido, no supe ni que fue.
Ahora que mi vientre crece como la hierba del patio y no puedo hacer nada para evitarlo, me doy cuenta que fui demasiado buena contigo, tal vez, y no lo digo por el sexo o el sándwich de mermelada que te di con una taza de café el día que nos llovió y volvimos empapados.
No te tengo mala fe, por mi madre te lo juro, hay días que me asomo a la ventana cuando vuelvo del trabajo con los pies hinchados y molidos por estar todo el tiempo de pie, espero ver tu silueta através de la delgada cortina con un ramo de rosas, como la primera vez, por que, te acuerdas, me prometiste amor eterno?
31 Marzo, 2010
Lilymeth Mena.
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Vagabundo...

Traías los bigotes con olor a hogar ajeno, yo me daba cuenta cuando te besaba y tu beso me sabía a otra. Tú me decías esas cosas, yo asentía con la cabeza y ponía cara de interés como si te creyera, era el intercambio perfecto de mentira-falsedad que nos mantuvo a flote por bastante tiempo, no es que fueras tan malo ni que yo fuera tan tonta, es solo que en ocasiones es mejor callar y sonreír, siempre he sostenido que para que exista una discusión hacen falta dos, y yo no discuto.

Por esa razón te permitía todas tus andanzas, siempre te vi como un espíritu que debía dejar libre, jamás te arme escándalos por que trajeras tesoros de no se donde ni te dije nada por que te llevaras algunos de mi casa para dar a no se quien, me gustaba cuando volvías después de no haber llegado a dormir varias noches seguidas y con cierto arrepentimiento te volcabas en atenciones, eras deleitoso, tierno y mimosamente no te apartabas de mi lado hasta que me dormía acariciando tu pecho peludo.
Algunas otras veces llegabas muy tarde a casa con aliento sospechoso y el cabello todo despeinado, yo me hacia la dormida para que no te mortificaras dándome absurdas explicaciones de los lugares donde te habías metido o de con quien diablos te habías revolcado, siempre fue mejor para ambos fingir que nada ocurría, por la mañana al despertar desayunábamos juntos y escuchábamos música con esa mirada de complicidad compartida que significaba "aquí no ha pasado nada".
Fueron contadas las veces que de verdad nos enojamos y realmente no se ni por que se dieron si siempre supe que eras de moral distraída y corazón enamoradizo, desde que te conocí y mire aquel brillo en tus verdes ojos adivine tu naturaleza y supe que no eras de los que viven aprisionados en un solo par de brazos, eres de esos que ruedan y ruedan como monedita de diez centavos en el suelo bajo los pies de una multitud, una monedita que luego de rodar bastante y sin que nadie antes le haya hecho caso, un dia sirve para completar un peso.
Creo...que te quise desde que te vi.
Así de mujeriego como eras, así de despistado, incluso así de loco, nada me daba mas placer que escucharte llamándome desde lejos, como diciéndome que me querías a la distancia sin que te importara que te escucharan los vecinos o despertar a mi madre que dormía en el cuarto de a junto.
Hace poco me preguntaron si alguien me ha roto el corazón, respondí que no pero...mentí, tú y solo tù has sido el único que ha llegado tan adentro mío como para partirme el corazón en mil pedazos, fue aquella tarde que te fuiste para no volver, no te despediste ni dijiste nada, te espere durante días, noches, ansiaba escuchar tu voz llamarme a lo lejos...y nada, hace apenas unos días tuve valor de deshacerme de tu cama, encontré en la sabana algunos pelos tuyos, negros como los míos.
No se por que te fuiste de mi lado luego de tantos años compartidos, por la tarde cuando me siento en la ventana para mirar el ocaso, me digo para mis adentros que ningún atardecer es realmente hermoso desde que me faltas tú, extraño el sonido de tus cuatro patas sobre el piso de madera, tus maullidos haciendo eco en mi habitación y sentir tus bigotes en mis pies cuando salgo de la ducha, ahora solo queda tu platón sin leche debajo del comedor, nunca me importaron tus malas acciones, ni aun cuando te comiste el canario de mi tía, si supieras como te echo de menos, gato vagabundo.
10 Febrero, 2010
Lilymeth Mena.
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Brisa de abril...

Llegaré dos horas antes de que empiece el día, regaré las plantas de mis pies para poder sembrarme sobre el jardín de tu patio trasero, extenderé los brazos para que mis ramas busquen la brillantez del sol, que se nutran mis hojas de los rayos ultravioleta que me cubrirán como un manto piadoso desde los cabellos de la cabeza hasta la punta de los dedos, que mis pies se vuelvan largas raíces que se alarguen buscando la humedad de entre las entrañas de la tierra.

Lentamente mi cuerpo crecerá hacia donde le de mas fuerte la luz, quizá me tuerza un poco hacia el balcón de tu ventana esperando mirar tus ojos cada vez que eches un vistazo hacia fuera, con esa mirada tuya tan melancólica, esas pupilas tan brillantes que siempre me despertaron esta ternura infinita que no me cabe.
Durante algún tiempo me echaras de menos, extrañaras las llamadas telefónicas que te hacia de vez en cuando para saber como estabas, para que te desahogaras y me contaras como iba tu vida, no estaré ahí la próxima vez que te haga falta un amigo, ese consejo tonto que nunca sigues pero que necesitas oír.
Me temo que será solo por un tiempo.
Después de eso todo será mas fácil para ambos, tú seguirás tu vida como si yo jamás hubiese existido en ella, yo te seguiré siguiendo todo el tiempo con la mirada detrás de una delgada cortina que haciéndome una especie de favor bailara por las tardes con la brisa suave levantando sus orillas con olanes permitiéndome ver mas allá de lo permitido, como tu piel recién salida de la ducha con algunas gotas de agua aun sin secar o tus pies descalzos que se liberen de las sabanas esas noches cálidas de verano cuando estés mas profundamente soñando.
Cuando los días sean grises y no tengas ganas de salir, me veras vigilante frente a tu ventana, impidiendo que la tormenta azote salvajemente sus vidrios y puedan hacerte algún daño, la lluvia chorreará por mis verdes hojas como dulces lagrimas de felicidad por que me dediques una tierna mirada, seré yo quien no deje entrar a los ladrones haciendo que mis brazos crujan y se rompan debajo de sus sucias botas y sus miradas lujuriosas.
Seré yo quien diluyéndome en el entorno se funda en tu universo para siempre, en tus recuerdos.
Si, me recordaras cuando veas a las ardillas corriendo por mi copa con alguna bellota entre las manos, cuando se me atore el globo rojo que algún niño despistado deje escapar, cuando en otoño sean mis hojas las que caigan para dorar tu suelo, cuando al deshojarme no quede vida en mi, tanto que parezca que estoy muerto hasta que termine el invierno, llegara la primavera y reverdeceré. Eso, será lo que recuerdes cuando pienses en mi.
Y esta bien, me basta, nunca anhelé mas que poder ser uno con tu paisaje diario, ser parte de tus mañanas con neblina y de tus noches estrelladas, de tu merienda soplándote entre mis ramas el viento suave de abril que te canta, siempre quise ser tuyo, estar siempre de pie ante ti y dorar tu suelo.
17 Febrero, 2010
Lilymeth Mena.
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Aunque me mates...te quiero...

“Por que el amor

es una irradiación
de persona a persona”.

Sobre mis grandes ojos cae como una tormenta que todo lo arrasa aquella luz de neón del letrero luminoso morado de afuera del hotel donde vivo, aunque no es el mejor lugar para vivir se puede estar bien por las noches cuando todo el mundo esta dentro de sus habitaciones durmiendo, yo se que debido a mi naturaleza soy de las pocas criaturas sobre la faz de la tierra que podría pedir un poco de santa paz pero, cuando me llega una tantita me viene de lo mas bien, me gusta quedarme de pie en algún lugar tranquilo donde pueda mirar el mundo mientras la vida pasa junto a mi dando a veces pasos largos, o pasos cortos.
Ayer por la tarde escuche al encargado de la recepción decir a gran voz que pronto se tendrán que preparar para recibir a los huéspedes de esta temporada, pronto, en unos días apenas terminaran las clases y esto estará lleno de mocosos veraneando, queriendo comerse el mundo (tú has estado ahí, me dijiste una vez con esa voz gentil y clara que tienes pero, no mi vida yo nunca he querido comerme el mundo, siempre he sabido que me daría una constipación o malestar estomacal y he querido ahorrarme la pena de confirmarlo), jovencitos algo descarados que se toman todo a la ligera, desde el sexo y las drogas hasta la vida misma, a esa edad nada tiene importancia, siempre habrá un mañana y siempre se puede empezar de nuevo.
Hum…tendré que tomar medidas precautorias para cuando lleguen los nuevos huéspedes por que aunque lo que me resta de estadía en esta tierra no sea mucho, quiero pasarla lo mas a gusto que sea posible para alguien como yo…alguien como yo, muchas veces he escuchado esa referencia sin saber bien a que se refieren y hoy me sorprendo yo mismo aplicándomela, si se supone que todos somos distintos y que cada uno es único e individualísimo como una gota de lluvia, entonces como carajos se avientan frases como “gente como tú o como yo”, ya se que yo de filosofo no tengo nada pero, por dios, de donde viene esa cochina necesidad de querer agruparlo o clasificarlo todo, el chiste sospecho que es separarnos a todos por tal o cual característica, si, así es esto y bueno, quien soy yo para querer cambiar al mundo. Nadie, claro, soy una partícula apenas, un átomo de polvo suspendido en el aire al que nadie podría prestarle atención, y no es del todo malo, yo, abandonando todos mis prejuicios puedo estar muy bien, me olvido del mundo de “allá afuera” y me dedico a frotar mis patitas peludas una contra la otra, a salivar, me contento con revolotear alrededor de la luz de esa lámpara tibia y brillante que al caer como plomo sobre mis grandes ojos sin parpados me enceguece pero que tanto placer me da, esa luz que me irradia, que me cubre tanto que dejo de existir, tanto, que me diluyo, dejo de ser, deja de importarme todo lo demás y tan solo existe esa gran luz que me seduce, que me arrebata, que me quema pero me puede, que me pierde, me consume e increíblemente me hace dichoso al mismo tiempo. Que puede haber en el mundo mejor que eso?
18 Febrero, 2010
Lilymeth Mena.

Cola de pescado...

Hace tiempo quise, desee con todas mis ganas abrir el libro en la pagina precisa, perderme en la palabra exacta, en el párrafo justo, en la rima perfecta, para encontrarme en el centímetro cúbico que tan solo había visitado en mis mas profundos sueños, aquel donde se logran fundir en una masa suave tus costillas y mi espalda.

Era mi gusto imaginarme con algo de lujuria y te lo confieso no sin sentir algo de culpa, ese segundo en el que pierdes el aliento tantito tan solo para tomar después una bocanada de aire que atraviesa por entre tus labios bien abiertos mientras tus ojos están bien cerrados, por que el corazón, confundido, no sabe si vive o si muere, ese parpadeo de éxtasis tuyo que me permitiera acariciarte tan adentro como me fuera posible, aventurarme a explorar rincones jamás antes llegados a mano alguna.
Cuando te conocí esa tarde lluviosa a finales de Julio supe enseguida que algo me traías, algo importante, así que decidí guardarme para cuado me hicieran falta, un par de suspiros sinceros dentro de una lata, ese tipo de suspiro reparador que te alivia el alma por que te da descanso, esperaba no tener que echar mano de ellos nunca pero, ahora la lata esta fea y oxidada, han pasado los años y no tuve oportunidad de guardarme suspiros nuevos, todos te los has llevado sin siquiera preguntarme si quedaba algo para mi o si me dolía darte tanto.
A veces por mas que uno quiera hay cosas que deben aceptarse, hay distancias que jamás se acortan, gente como tú y gente como yo no suele terminar junta, no en las novelas que he leído e indudablemente no en ninguno de los cuentos que yo haya escrito.
Ese anhelo por la divina palabra que me acercara a ti se me fue desvaneciendo como humo de tabaco humedecido por las lluvias de mediados de año que hace crecer el río hasta que desborda y se lleva por delante las casas pequeñas de las orillas y los autos olvidados en las afueras de las pequeñas ciudades, se me escurrió por entre los dedos igual que la espuma que te rodea en la tina de baño cuando eres pequeño y que tú intentas retener para siempre sin lograrlo, hasta que llega mamá y te saca envuelto en una toalla rasposa y dura, lo único que te queda luego de tanto insistir son dedos de ciruela pasa y cola de pescado.
A mi luego de darme cuenta que no podria retenerte de forma alguna y que te me escurrías, cuando me di por vencida y deje de buscar con afán el párrafo perfecto, me quedó una melancolía chiquita en la mirada que puedo advertir cada mañana cuando me miro en el espejo, un extraño sabor salado sobre los labios, así como saben las lagrimas, por eso desde entonces, no se, no beso tanto.
Que nadie note en mis besos ese sabor de lágrimas que no se han llorado.
23 Febrero, 2010
Lilymeth Mena.

Pelusa en mis recuerdos...

Aquella casa era como un castillo tenebroso con enormes cuartos a media luz, el papel tapiz que cubría las paredes era sórdido, deprimente, de un color olivo muy bajo que muchas veces llegue a sospechar que la abuela había elegido para hacernos callar, y como no si tan solo de mirarlo te comía las fuerzas, creo que hasta el grillo mas cantarín se moriría de tristeza entre aquellas paredes, el baño del recibidor me daba pánico, dios sabe cuantas veces me aguante las ganas de orinar con tal de no entrar a ese baño, los muebles antiguos tallados al estilo colonial habitaban por toda la casa, como si fueran hermanos o primos todos se parecían entre si y eran del mismo color de madera oscura, de un café tan cargado que de noche parecían negros, un ejercito de negros que nos cuidaban de hacer travesuras, las sillas del comedor eran tan altas que para sentarnos a comer en ellas teníamos que doblar las piernas debajo de las nalgas, de otro modo, no comías, ese comedor, como recuerdo a mi bola de primos jugando a las escondidas ahí abajo, no se como nos divertíamos si era bien fácil ver nuestros pares de pies entre el suelo y el largo mantel traído de Francia por una de las tías mas viejas.

La cocina era de techos y paredes en un tono mas grisáceo pero sin romper el ambiente conservador, en aquel entonces parecía que los muebles estaban hechos para gigantes, alcanzar un vaso del escurridor o de la alacena era como un tormento chiquito, las vitrinas y alacenas eran altas, los vasos y tazas estaban en la segunda repisa muy fuera del alcance de una enana como yo, en la parte alta estaban las charolas de plata y el juego de te de porcelana fina. Al fondo de la cocina había una puerta trasera que daba al garaje que a su vez daba al jardín, una de las razones por las que entraba a esa cocina pese a que me daba un miedo terrible era por que me gustaba mirar através de los cristales de esa puerta, ponía los pies de puntitas y me asomaba para ver a la perrita de la casa allá afuera amarrada a su casita de madera, la “pelusa” se me quedaba mirando alegremente moviendo el rabo y ladrándome, cuando me cansaba de tener mis pies en vertical me subía a la silla que estaba al centro de la cocina junto a la mesita, ahí estaba la jaula del “güero” cubierta por un largo paño con flores, el canario de la abuela que justo unos minutos antes que se ocultara el sol llenaba toda la casa con su alegre canto, tenia la pechuga redondita y blanca, dicen que los canarios son todos amarillos pero este no, este era casi anaranjado.
Cuando coincidíamos de visita con otros primos nos gustaba jugar en las escaleras, nos subíamos al segundo piso y hacíamos apuestas o ajustábamos algún castigo, cuando estábamos todos de acuerdo nos dejábamos caer de nalgas escalón por escalón hasta llegar al piso de abajo, era un escándalo y unas carcajadas que ahora comprendo por que la abuela se la pasaba gruñéndonos y gritándonos “cállense, bájense de ahí” de momento le hacíamos caso pero nomás estábamos esperando a ver a que hora se descuidaba para empezar otra carrera.
Siempre que volvíamos de visitar esa casa yo regresaba con las rodillas raspadas y el vestido sucio, Ah¡ pero como me divertía.
Cuando papá y la abuela se retiraron la palabra dejamos de visitar esa casa muchos años, ni siquiera íbamos para las navidades, el día de las madres o la cena de año nuevo, afortunadamente jamás resentimos el distanciamiento con la familia de papá por que si algo le sobraban a mis padres eran buenos amigos, pasábamos los días de fiesta en casa de gente que no solo era agradable sino que para hacer las cosas aun mas perfectas generalmente tenían hijos para jugar con nosotros.
Años después cuando volví a esa casa me lleve una impresión muy fuerte, todo estaba exactamente igual y sin embargo nada era como lo recordaba, el baño del recibidor no daba miedo, era tan solo un baño pequeño, oscuro y feo, la cocina tampoco daba miedo era una cocina anticuada, fría y húmeda, no pude evitar asomarme por los cristales de la puerta trasera, ahí estaba la casita de la “pelusa”, solo dios sabe el escalofrío que recorrió mi espalda cuando vi el collar casi desbaratado por la intemperie sujeto al final de la correa, en la pared del garaje colgando de un clavo estaba la jaula del “güero”, un día vino el gato…y lo atrapó.
Con la mirada casi mojada retiré la vista de aquellos despojos de mi infancia, me inundó una melancolía cubierta por una tristeza inocente, los recuerdos de mi hermosa niñez se reducían a esas cosas materiales tan desgastadas, una casita con techo triangular con sus tablitas despegadas y una jaula oxidada pendiente de un clavo flojo.
Tomé un vaso de la segunda repisa de la alacena y lo llené de agua, no sabes que sorpresa me llevé cuando al inclinar la cabeza para beber descubrí hasta arriba de la vitrina aquel frasco enorme de cristal donde mi tía la solterona guardaba las galletas de canela, recordé cuando uno de mis primos se subió a la silla mas alta para alcanzar el frasco, se puso de rodillas sobre la misma vitrina con el frasco entre las piernas y repartió las galletas como se reparte el oro que se roba a un banco en las películas del viejo oeste, cuando mi tía entró a la cocina ya no quedaban galletas, todo corrimos para donde se pudo, nos escondimos en la tina del baño de arriba, debajo del comedor, atrás del sillón grande de la sala, el jardín, una sonrisa de niña se me escapo de los labios, una sonrisa que me dura hasta el día de hoy cada vez que recuerdo a mi tía que no dejaba de agitar las manos en el aire y no paraba de gritar “de la nalgada no te libras, de la nalgada no te libras, de la nalgada...”
(Por extraño que parezca ya que no suelo escribir cosas de mi vida en realidad, esta es una nota totalmente autobiográfica, espero me dispensen un detalle tan egoísta)
24 Febrero, 2010
Lilymeth Mena.